Solo un instante basta para sentirte vivo, a la vuelta de un suspiro, de una exhalación. ¿Qué se siente estar vivo? Realmente vivo. No como zombi, no como autómata, sino vivo de verdad.

Nos anestesiamos todos los días para dejar de sentir, de vivir realmente, nos sumergimos en el internet, el teléfono, el alcohol, el desmadre, el juego adictivo, los juegos de video y dejamos de estar en contacto con nuestra esencia,  con la vida, con la realidad cotidiana.

Pero ¿de qué escapamos? Nos han vendido la idea del mundo que no es. Pensamos que “tenemos” y luego “existimos” vivimos obsesionados con comprar cosas, con tener cada vez más, para quedarnos vacíos porque cada vez queremos más, no tenemos “llenadera”. No es que esté mal desear cosas, lo que está mal es que seas infeliz cuando no las obtienes, eso si es grave y sobre todo triste.

No podemos pretender que la vida es solo material, ese es uno de los motivos del sufrimiento humano, sobre todo en el mundo occidental. Vivimos una vida superficial, una vida que no profundiza lo que realmente importa que es la naturaleza poderosa del ser humano, su naturaleza espiritual que es la esencia verdadera que anima la vida.

Las culturas orientales nos enseñan que lo que no se ve, lo que llamamos “espiritual” es lo verdaderamente importante. El motivo del malestar humano es el apego y el pensar que las cosas son eternas. No damos importancia a lo que es invisible a los ojos.

“Conócete a ti mismo” es la frase con la recordamos a Sócrates la cual está escrita en la puerta del templo de “Apolo” en Delfos. Esta es una gema de una sabiduría ancestral. La clave de la felicidad genuina viene del autoconocimiento, de la vida interior, no de los bienes materiales.

Porque si tener todo lo material, lograr el sueño americano, nos hiciera verdaderamente felices, no habría tanta gente que parece tenerlo todo, suicidándose, perdida en las adicciones, sumida en la depresión.

Estas son dolencias de vidas vacías, huecas, carentes de la conexión con esa parte poderosa que compartimos todos los seres humanos que se llama Espíritu.

No nos queda más que hacer un alto, empezar a verte, explorar tu interior, conocerte y descubrir los maravilloso que eres y desde ese lugar vivir gozando cada instante de tu existencia.

¿Es fácil? No, pero vale la pena, es un recorrido que dura toda la vida.

Vive con Alegría!!!

Sandra